.: Máximo Magro

martes, 10 de febrero de 2009

Máximo Magro

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Obra artística en Tenerife

El entorno volcánico del que se puede disfrutar en las islas Canarias influye a todo aquel que decide tomarse el tiempo de observar con atención las formas y texturas que pueden tomar los diferentes tipos de coladas magmáticas y nubes piroplásticas. Las distintas densidades de los materiales que conforman el material volcánico, la presión a la que son sometidos, la forma en que son expulsados, el tiempo que tardan en enfriarse, e incluso, la acción erosiva posterior, han generado un paisaje bello y complejo, lleno de matices y diferencias que provocan la admiración de todo visitante a las islas. Las formas que toma este material volcánico van desde los agresivos mal países hasta las fluidas cuerdas del magma más denso que se solidifica lentamente y que casi parece que todavía corre por las laderas de las montañas. Se pueden observar estas mismas formas hasta imaginar como todo este material cambia su consistencia y se desplaza fluido y caliente por enormes franjas de terreno arrasando todo a su paso. La misma piedra, conservando la forma que le dio el volcán, estimula la imaginación del observador e invita a ver que, bajo las condiciones adecuadas, puede volver a ese estado y es en la mente del artista donde estas visiones adoptan, no sólo el carácter de recordatorio del pasado, sino que se vuelve creadora de nuevas formas, de nuevas historias y realidades.
El proyecto expositivo que se expone a continuación intenta ahondar en este tema presentando una serie de obras, realizadas en material basáltico recogido en las islas Canarias, que intentan entablar un diálogo con el espectador para incitándole a pensar en las diferentes posibilidades de la materia. Se intenta estimular la imaginación del espectador para crear figuras y eventos imposibles, irreales, con un cierto nivel de abstracción, que hagan ver desde un primer momento que se está visitando un mundo creado por el artista y que tiene sus propias leyes. De esta manera la escultura sobre una peana se vuelve fluida y se escapa de su pedestal, el mismo pedestal se abre para dejar paso a la materia fluida o para mostrar su interior ya vaciado de esa sustancia blanda.
Este contraste entre interior y exterior, entre dureza y ductilidad, entre orgánico e inorgánico, entre real e irreal, es lo que le da a la obra su carácter más íntimo y reflexivo.
La razón de dar a cada una de estas figuras un título que solo contiene un número es la de reflejar aún más el carácter de obra artística del mismo pedestal que no contiene una figura reconocible ni un mensaje más allá de hablar de él mismo y del material que lo conforma.

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martes, 10 de febrero de 2009

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